Cenizas que se confunden entre el viento.
Vientos perdidos en otros vientos.
¿Dónde ha quedado ese ideal que me trajo hasta aquí?
- Hijo mío -respondió una voz entre el silencio-, tu muerte jamás será olvidada. Tengo en mi memoria todo aquello que nunca vivirás, lo recuerdo a cada instante como si aún respiraras. No eres un "hubiera" que se desvanece... eres mi sentido, mi vida. No has muerto en ti pues resucitas en mí cada mañana. En cada paso mío puedo escuchar tus pequeños pasos que me acompañan. No sólo no eres "nunca", eres "siempre".
No escuchó respuesta. Sin embargo, escuchó el silencio. El silencio guarda las respuestas más importantes de la vida. Así, en una noche de insomnio comprendió el más grande misterio: la muerte no existe.
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