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Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes

Wednesday, November 29, 2006

La fe de Asís I: la búsqueda


El hermano León buscó tanto la huella de Dios que en tres ocasiones creyó encontrarla.

La primera vez se encontraba embriagado en una taverna. Desolado tomó el tarro que contenía el delicioso bálsamo de olvido. De repente, la puerta se abrió súbitamente acompañada de un viento que congeló su piel. Allí percibió una silueta, cuya mirada sintió a pesar de tratarse sólo de una sombra. Con temor y vergüenza imaginó que era el mismo Dios quien lo observaba.

Otra vez caminaba entre la obscuridad del bosque. Una tormenta cubrió la escaza luz lunar que adornaba el follaje de este paraíso nocturno. Un relámpago iluminó el paisaje por unos instantes. Allí observó rápidamente algo que le pareció el manto de Cristo. Sin embargo, imaginó si el mismo destello de luz habría sido Dios.

Finalmente, algún día subía un monte entre un paisaje nevado. Admiró el cielo y descendió su mirada. Allí encontró unas huellas... "¡son los pasos de Dios!" -exclamó- sin percibir que detrás se encontraba un pastor. Al escuchar estas palabras el pastor ríose a carcajadas: "¡iluso! ¡esos pasos no pertenecen a ser divino alguno sino a un lobo!". No le replicó pues no era él quien debía avergonzarse sino ese pobre hombre ignorante de lo que no fuera lobos u ovejas. La visión de lo natural puede dirigir hasta lo sobrenatural, no obstante, a él lo cegó al no admirarse de los milagros que tenía enfrente.

Estas visiones del hermano León esperanzaron al hermano Francisco. Sin embargo, la angustia le llevó a un pensamiento desesperanzador: tanto hemos buscado a Dios que el mínimo espejismo podría engañar y saciar falsamente nuestro deseo por lo infinito.

Hermano, sentiste el vacío del creyente sin Dios. Hermano, exclamaste invadido por la ansiedad: "¿¡y si Dios no es más que la búsqueda de Dios!?".

Nada más triste y desolador que un mundo ateo frente al fervor del más grande deseo humano por alcanzar a Dios.

Señor, que en tus manos descansa mi alma,
ten piedad de mí.
Señor, que en tus ojos vislumbro el Cielo,
ten piedad de mí.
Señor, que sin ti nada soy,
ten piedad de mí.

Wednesday, November 22, 2006

Arquitectura


Antaño, las grandes construcciones arquitectónicas se debían a la exteriorización de la infinitud que el hombre sentía en su corazón. Así el hombre construyó a Dios y al amor.


Allí dentro podíamos encontrar sacerdotes vestidos en una toga dedicando sus vidas a la búsqueda de la eternidad, procurando la salvación del mundo.

Así fue durante milenios.

Ahora el hombre construye grandes templos a la economía. Los nuevos sacerdotes se encargan de la vida terrena de los hombres y, en vez de toga, visten un traje Giorgio Armani.

Antaño pretendimos alcanzar a Dios, al amor... ¿hoy qué intentamos alcanzar?

Sunday, November 19, 2006

Penumbra


Si pudiera expresarte la tristeza que siento en este momento, si pudieran mis lágrimas viajar por este medio... Encerrado en un abismo de soledad mi espíritu ha conocido la distancia, la desesperación.

¿Te has lastimado fuertemente alguna parte de tu cuerpo? ¿Has sentido cómo duele cada vez que el corazón late? El dolor del alma se asemeja mucho a esta sensación, aunque no con el corazón, sino con el aire: en cada respiración. Cada vez que inhalo, la soledad entra a mí... y en cuanto exhalo siento el vacío.

No sé cómo expresarlo... Tampoco podría afirmar del todo las razones... Es sólo soledad. Es nada.

Ni las lágrimas me acompañan. Y tampoco puedo desvanecerme a voluntad. Sigo aquí. Persisto. La misma fuerza que me arrastra hacia el río que me asfixia me mantiene entre sus entrañas. Me digiere, como si fuese mi espíritu un dulce manjar. El día ha sido noche. La noche ha sido penumbra. Y los sueños de repente son quimeras invadiendo como un cáncer toda esperanza.

Si pudiera mostrarte toda mi tristeza verías nada. Sombras jugando en esa nada, caminando sigilosamente, acechando la deliciosa presa.

No puedo respirarlo.

Sunday, November 12, 2006

El ciclo humano de la tristeza


Podemos notar procesos cíclicos en la naturaleza entera: el agua se evapora y se precipita, las hojas de los árboles enverdecen y adornan luego la tierra con su exquisito ocre, el carbono nace y muere, el verano atardece en otoño, los mares ascienden y descienden... ¿Puede acaso el hombre vanagloriarse de superar por completo los tiempos que desvanecen y resurgen?

La tristeza, por ejemplo, es preludio y eco de toda alegría. Con el tiempo, los sueños se convierten en lágrimas, con el tiempo las lágrimas se disuelven en esperanzas. Pero también con el tiempo la esperanza termina. Empero, cuando ésta termina no termina el tiempo. De alguna manera, después de la tristeza más grande de todas nuestras vidas, seguimos respirando. Pero el mismo aire que antes nos permitía la vida ahora nos asfixia.

Con el tiempo, respiramos no por cotidianeidad sino por decepción y falta de fe: como un reflejo no voluntario de ese llanto incontrolable.

Así, el tiempo nos deja caer profundamente.

Sin embargo, también con el tiempo ese tiempo termina. Nuevos instantes inundan de una nueva esperanza. Como un barco a la deriva que después de meses entre tempestades de altamar por fin puede gritar: "tierra a la vista". Entonces y sólo entonces nos encontramos totalmente preparados para enfrentar lo que será ahora sí la más grande e irrecuperable tristeza de toda nuestra vida...

Saturday, November 04, 2006

octubre 14


Puede ser un sueño.
Puede ser... una vida.
De repente, mi mirada en tus ojos.
Un instante.
Puede ser un instante.
Y de repente, tu alma en mis labios.
Un beso.
Puede ser un beso.
Debe ser el insomnio guardando tu memoria.
Recuerdos:
fotografías en mi alma,
biografía de tu ausencia.

Friday, November 03, 2006

Homenajes

Adjunto un cómic realizado por el filósofo analítico Alejandro Vázquez. Un buen amigo cuya genialidad siempre admiraré.



Para contacto: www.majaderia.blogspot.com



Adjunto también un homenaje de Alejandro en honor al intenso trabajo del Pato Pascual a lo largo de varios meses en su blog. ¿Quién es el hombre detrás de la botarga de Pato? ¿Quién el pollo detrás de la botarga de hombre?: Del más grande plumífero sólo diré tres letras: CVZ. Inclasificable.

Para contacto: www.exmajaderia.blogspot.com





Ambos buenos, mejores amigos. Un abrazo fuerte.

Thursday, November 02, 2006

El silencio


Cenizas que se confunden entre el viento.
Vientos perdidos en otros vientos.
¿Dónde ha quedado ese ideal que me trajo hasta aquí?

- Hijo mío -respondió una voz entre el silencio-, tu muerte jamás será olvidada. Tengo en mi memoria todo aquello que nunca vivirás, lo recuerdo a cada instante como si aún respiraras. No eres un "hubiera" que se desvanece... eres mi sentido, mi vida. No has muerto en ti pues resucitas en mí cada mañana. En cada paso mío puedo escuchar tus pequeños pasos que me acompañan. No sólo no eres "nunca", eres "siempre".

No escuchó respuesta. Sin embargo, escuchó el silencio. El silencio guarda las respuestas más importantes de la vida. Así, en una noche de insomnio comprendió el más grande misterio: la muerte no existe.

Wednesday, November 01, 2006

Consolatio Philosophiae


Falta fuerza para enfrentar la muerte como lo hizo Boecio. Aceptar este fatídico destino implica aceptarnos como humanos pues el hombre, explica el filósofo, es aquel "animal racional, mortal". Las personas mueren sean blancas o verdes, altas o bajas, feas o hermosas, ricas o pobres. De hecho, en Madrid la gente también muere; aunque no lo tengan tan presente como en México. Nosotros sabemos que, al salir de nuestro hogar, puede ser la última vez que veamos a nuestros padres, hermanos y amigos. Incluso sabemos que la muerte tiene un eficiente servicio a domicilio.

Así, continuamente nos enfrentamos ante una curiosa negación de la muerte:
la filosofía, exaltando la vida humana aparte de las biologías;
la historia, rememorando la biografía de la humanidad;
la teología, asegurando la posible persistencia del posible espíritu;
la medicina, forzando la fisiología;
la ingeniería, acelerando procesos para vivir más en menos tiempo;
la crionización, evitando la muerte.

Boecio acepta la muerte como parte esencial en todo hombre... y más admirable aún: acepta su propia muerte. Es decir, se acepta como hombre. La filosofía: propedéutica para un buen morir.