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Saturday, January 06, 2007

ETA: 30-D


La imagen me persigue, me agobia, me acecha. Regresaba de Italia al aeropuerto de Barajas en Madrid. Al salir, observé varias cámaras de televisión. "Esperan a algún famoso-pensé- quizá a los del Real". Escucho maquinaria ruidosa trabajando. "Construcciones, las clásicas construcciones interminables en los aeropuertos". Esperaba el autobús que me llevaría desde la terminal T4 hasta la T2, donde se encuentra el metro. El autobús no llega, una mirada más cercana a la construcción... ¡Dios! ¡¡¡No están construyendo sino sacando carros entre toneladas de escombros!!!

Imagina el resultado del peor choque automovilístico que hayas visto. Tú sabes, de esos que nos sorprende ver subidos en las grúas hacia el ministerio público. Recuerda el más destrozado y ahora aplástalo diez veces más hasta que quede tan delgado como un cartón.

Ahora, el edificio. Se trataba de un estacionamiento tan grande como un estadio de fútbol de tamaño medio. Una explosión. Y después, nada.

Lo peor: dos vidas terminaron. ETA anuncia poco antes de realizar sus atentados. Sin embargo, la mayoría de las veces no falta "el que no se enteró". Y "el que no se enteró" simplemente muere. Dos biografías que detrás llevaban proyectos sin cumplir, por el contrario, ahora familiares y amigos se encuentran devastados por la pérdida.

Me acerco al pequeño homenaje que suele dejarse a las víctimas de los atentados. Cientos de veladoras rojas iluminando las dos grandes fotografías con sus rostros. Cartas anónimas, de familiares, de amigos. Muestras de afecto, de indignación, de rechazo. Una bandera de Ecuador con un moño negro. Luto. La gente, mirando la fotografía se pregunta: ¿seré yo el próximo? ¿será mi hija, mi esposa? Eso es el terrorismo.

El terrorismo no es sólo miedo. Lo que respalda al terrorismo es una disyuntiva excluyente. Cuando ambas partes opinan que unos son los buenos y los otros los malos. Cuando ambos dicen que el otro no quiere dialogar. Pero ¿cómo conciliar lo que, de principio, es irreconciliable? Yo quiero lo que tú quieres y no lo podemos tener los dos; se acabó el diálogo. ¿Solución? O bien alguna de las partes cede o bien alguna destruye a la otra. El terrorismo busca la primera opción, obligando a que el otro ceda administrando una pequeña dosis de la segunda opción.

La política de la muerte, psicología del terror.

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