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Proyecto apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes

Monday, September 01, 2008

Definición de la esperanza



I. Definición de la esperanza teo-antropológica

Dice el ignorante:
"¡La esperanza me ilumina!"
¡No!
Apaga la luz y me deja caminando en el vacío.
Entonces sigo creyendo.
Me mira y me tropieza.
Cierro los ojos, sigo creyendo.
Me arrodilla y me da latigazos.
"¡Más!" -grito.
Me escupe, me tortura.
"¡Creo! ¡creo!" -repito sin cesar.

¡La esperanza no es una luz!
Es un gusano y se alimenta de mí.
¡Es una noche obscura de soledad
y mis sueños sin cumplir!


II. Definición de la esperanza atea

Dice el infiel:
"¡La esperanza es una prostituta!
Seduce tu fe y te convierte en cenizas
a cambio de tu mortalidad.
Entonces le entregas tu cuerpo al vacío
y te largas satisfecho
corriendo al paraíso, a la nada."


III. Definición de la esperanza romántica

La esperanza es lo que existe
entre aquella noche que partiste
y el cálido reencuentro de tu abrazo.
Entonces no habrá más esperanza,
¡sólo habrá felicidad!

Saturday, May 24, 2008

Las cuatro muertes de Jesús

¿Cuántas veces ha muerto Jesús? Me preguntó un niño de apenas cuatros años. Lo decía mientras admiraba un crucifijo de madera con la imagen de un Cristo ensangrentado y cabizbajo. Hacía tiempo le habían contado que él era Dios, lo cual no le parecía sensato, pero tampoco absurdo. Sencillamente era así, del mismo modo que aquel artefacto se llama “tenedor” y sirve para no jugar con la comida.

Dejó el crucifijo sobre la cama, se subió en ella y pegando su espalda contra la pared imitó a la persona que instantes atrás admiraba sigilosamente. Cabizbajo y con los brazos extendidos me preguntó: ¿quién soy? Le respondí: eres Dios. Inmediatamente repitió su primera pregunta: ¿y cuántas veces he muerto?

Los niños no olvidan sus preguntas. Pueden olvidar algunas respuestas, pero nunca las preguntas. Quizá ello se funda en una especie de memoria humana en la cual miles de ocasiones se ha respondido a las inquisiciones: qué es el hombre, de dónde proviene y hacia dónde se dirige. Todas las respuestas han sido aceptadas, corregidas y refutadas -creando así nuevas hipótesis-. Algunas veces, incluso, se ha intentado crear una teoría que invalide la pregunta; sin embargo, no es ésta sino otra manera de responder.

Hay quienes contemplan en la gran pregunta sobre el hombre el ciclo vital de la persona. De este modo, un niño se define como aquel que pregunta sistemáticamente. Ése es el caso de los doce kilos de carne, grasa y hueso que frente a mí imitan a Jesús crucificado. El adulto, por el contrario, se configura como aquel que responde sistemáticamente. Es mi caso: guiar a los vástagos más jóvenes. Sin embargo, esta guía se encuentra siempre destinada al fracaso. Algún día ese niño será adulto y me reprochará todas las ocasiones en que le respondí. Entonces yo seré un anciano: aquel que se enfrenta cara a cara a la pregunta. Tendré ya una biografía casi acabada y acorde a mis propias respuestas. Le confesaré entonces que ni en aquel momento ni ahora he conocido la verdad. La verdad sólo es accesible a los muertos, aquellos que se enfrentan cara a cara a la respuesta.

Lo bajé de su crucifixión y nos sentamos en el suelo. Le dije entonces: Cristo ha muerto tres veces y morirá una vez más. La primera muerte ocurrió hace casi dos mil años, de manera muy parecida a la imagen que tienes en tus manos. En aquella ocasión murió sólo su cuerpo. La segunda muerte sucedió poco tiempo después, en el preciso instante en que inició el cristianismo. En aquella ocasión murió su mensaje para convertirse él mismo en el mensaje. La tercera muerte ocurrió hace poco más de un siglo, cuando los filósofos de la sospecha proclamaron que Dios había muerto. En esta muerte fue aniquilada su esperanza y salvación.

Ven, acércate -le dije-. Lo abracé fuertemente. Cristo morirá una vez más y esta vez será definitiva. Me miró preocupado y fijamente. La próxima vez que muera, morirá en tu corazón, cuando dejes de creer en él. Ese día comenzarás a vivir tu propia vida después de Cristo.

Al terminar, el niño sólo preguntó: ¿cuatro es así? Lo dijo mostrándome cuatro dedos levantados de su pequeña mano y ocultando en pulgar. -Sí hijo, cuatro es así.

Wednesday, April 16, 2008

Las aventuras megalómanas de Hitlercito

Humor exquisito en esta tira cómica de dos grandes amigos... para visitarla haz click aquí.



Saturday, April 12, 2008

Solitude


Estábamos juntos, sentados sobre una cama. Junto a ti, una felicidad invadía mi pecho y se volvía más intensa cada vez que respiraba. De repente recordé que sólo estaría unos minutos más a tu lado. Me recosté sobre ti y toda mi felicidad se concentró entonces en mi garganta y en mis ojos, donde -sin embargo- la felicidad se siente más como la tristeza. Sentía un deseo intenso por llorar y rogué al silencio que mis lágrimas nunca me apartaran de ti. Te pedí que me abrazaras. Lo hiciste fuertemente. Quizá nos invadían los mismos sentimientos. Acariciaste mi cabello, como si intentaras impregnar para siempre en tus manos esa sensación. No podía contener más mis lágrimas y mi garganta se apretaba cada vez más fuertemente. No quería llorar pues irremediablemente llorarías también. Además, quería enseñarte cuan fuerte era y así hacerte sentir que estaría bien a lo lejos. Disfrutaba tanto tenerte junto a mí. Contuve una vez más el llanto en mi garganta cerrada y comencé a temblar. Creo que lo notaste pues no podía detenerme. Aun así persistí en mi intento y fingí toser. Tú sabías que fingía. Me dijiste que no entristeciera, que estaríamos juntos a pesar de la distancia. Me contaste sobre la muerte de tu madre. Cuando murió te sentiste destrozada, desilusionada porque Dios no era capaz de salvar de la muerte ni a los mismos ángeles. Sin embargo, me contaste que aprendiste a vivir con su ausencia, recordándola en aquellos paseos de la infancia. Te escuchaba. Más que a tus palabras, escuchaba tu voz. Deseaba nunca olvidarla, atrapándola como a una mariposa en una red y guardarla conmigo siempre. Entonces asimilé que algún día no te escucharía más. Que algún día habría de enfrentarme a tu féretro como tú lo hiciste con tu madre. Suspiré. ¿Por qué suspiras? -dijiste interrumpiendo tu historia- Por que te extrañaré. Sabías que diría eso y lo confirmaste cuando mi voz apenas consiguió superar el límite de mis labios. No podía hablar más ya. Lo comprendiste y guardamos silencio. Silencio con nuestras respiraciones, con nuestra tranquilidad fingida. No era silencio, no. Era una despedida.

Sunday, March 02, 2008

Oración


Señor, otórgame duda cuando encuentre verdad
y tristeza cuando mis labios sonrían.
Señor, vacía mi corazón de toda fe
y oscurece mis días luminosos.

¡Que la aflicción envenene mis alegrías
y la soledad me olvide de ti, Señor!

Abandona de mi vida toda dicha:
¡destroza mis placeres,
aniquila mis recuerdos
arruina mi deseo de amar y ser amado!

¡Oculta a mis ojos tu luz!
¡Ensordéceme ante tu voz!

Señor, aléjame de ti más allá de la nada,
donde tus rayos desvanezcan
en la noche de la eterna soledad.

¡Dirígeme Señor a los infiernos,
o más lejos, si es posible!

Hazme Señor condenado entre los condenados,
alejado entre los alejados,
loco entre los locos,
y triste entre los tristes.

¡Apártame, Señor, de tu yaga!
¡Apártame del sabor de tu sangre!

Permite al gusano comer mis vísceras.
Permite a la serpiente devorar mi alma.
¡Déjalos sepultar mis sueños bajo el fuego
hasta en polvo convertir mi espíritu!

¡Estoy cansado de buscarte!
Señor, ¿por qué no quieres encontrarme?

Wednesday, February 20, 2008

Dos destinos y un adiós



Un sueño... no, quizá una luz.
No.
Es tu voz en mi garganta,
y en mi pecho tu grito .
Son tus uñas en mis manos
desgarrando mi piel.

Una noche... no, quizá un destino.
No.
Es tu desconsuelo en mi vacío
y en mis ojos tu llanto.
Son dos vidas y promesas inclumplidas.
Es traición, es agonía.

Somos futuro... no, quizá un presente.
No.
Es tu beso en mi memoria
y mis labios en tu olvido.
Dos destinos
y un adiós.

Mayo 2003.