Permíteme encontrarte entre las últimas lágrimas que suspiraré por ti;
permíteme destruir en este grito el destino que imaginamos juntos.
Esta noche te cerraré los ojos
como por ti abría los míos hasta hace dos atardeceres.
desahuciado recorreré la tortura de los días sin ti,
desquiciado viviré la locura de abrazarte en tu ausencia,
desesperado soñaré la figura de tu sonrisa en mi agonía.
Que la luz te ignore;
maldito el destello que ilumine tus labios traidores,
maldita la luciérnaga que aceche tu rostro delicado,
maldito el fuego que te dé calor sin destruir tu belleza.
He advertido... a los mares de tus lágrimas falsas,
a los vientos de tus suspiros fingidos,
a la tierra de tu cuerpo seductor,
al fuego de tu frialdad inquebrantable.
Hoy bajo tierra yace la ilusión que dirigía toda mi vida,
lo que en tu diversión era un juego,
en mi alma fuego fulminante;
tu alegría efímera a cambio de mi tristeza perpetua.
sin tus traiciones, deseos y pasiones
sin tu pasado, presente y futuro
sin tus frustraciones, engaños y miserias.
Permíteme encontrarte entre las últimas lágrimas que suspiraré por ti;
permíteme destruir en este grito el destino que imaginamos juntos.
Esta noche cerraré tus hermosos ojos que guardo en mi corazón;
sea esta navaja que recorre mis brazos
la sepultura de la mujer más hermosa,
las exequias de tu ideal en mi mente,
el funeral de aquella alma con la que viviré toda mi muerte.
Enero, 2002.