Estimada Canadá:
Personalmente me afecta poco o nada tu reciente medida migratoria con el pueblo mexicano. No envidio tu nivel de vida pues hay lugares con esa calidad que son definitivamente más interesantes. Por fortuna he podido viajar a algunos de ellos y realmente nunca has aparecido en mi wishlist de lugares a visitar. Más allá de la necesidad que pueda tener por pisar tus tierras pseudoinglesas nunca había planeado llegar a ti.
Sin embargo, me sorprende que repentinamente tú, bastarda, te has sentido tan grande como tu hermana EUA. Ambas hijas de la misma prostituta. Tú, que siempre apareciste como noble y educada, muestras ahora tu auténtico rostro. Si pudiera resumir el sentimiento generalizado de mis compatriotas en una sola palabra diría: decepción. Esperábamos más de ti y nos has fallado por creerte más grande de lo que realmente eres.
Me da lástima que el cobarde gobierno mexicano no tome las medidas de reciprocidad que defiendan la dignidad de nuestro país por temor a las consecuencias económicas. Si algún orgullo me queda es que no consumiré productos canadienses ni viajaré a dicha tierra aunque lo necesite. No obstante, trataré con mucha alegría a aquellos canadienses que arriben a mi país. Invito a quien lea esto a una manifestación personal ante las medidas canadienses que superaron las negociaciones con la SRE de México.
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